Un arbusto por mensaje
Ucrania
Hace mucho, mucho tiempo, los reyes de Polonia y Hungría hicieron un pacto mediante el cual unirían sus ejércitos para invadir y repartirse los territorios de Galicia-Volinia, en lo que actualmente es el occidente de Ucrania.
A principios del verano, cuando los reyes encontraban menos fastidioso emprender campañas militares, los dos ejércitos llegaron a las inmediaciones de Dorohobuzh, una ciudad fuertemente amurallada. Ante la perspectiva de tener que montar un asedio que retrasara sus planes, los reyes pensaron que sería mejor enviar un emisario con una carta, ofreciendo a los defensores perdonar la vida a los habitantes de la población a condición de que abrieran las puertas de las murallas, salieran de la ciudad desarmados y se rindieran. De lo contrario, advirtieron, incendiarían la ciudad y toda la población sería pasada a cuchillo.
Les dieron dos días para meditar su decisión.
Pasado el tiempo estipulado, un mensajero salió por una poterna de la muralla y se dirigió hacia los pabellones reales del ejército invasor, situados en una colina cercana. Tras ser detenido por los soldados de la vanguardia, el mensajero fue escoltado hasta el lugar donde se encontraban los dos reyes.
—Traigo la respuesta a vuestra oferta de rendición –dijo el mensajero inclinándose ante los soberanos.
Y, acto seguido, les hizo entrega del tallo de un arbusto con hojas similares a las del fresno y con un hermoso racimo de flores de un color rosa pálido en la parte superior.
Los reyes se miraron entre sí confusos.
—¿Eso es todo? –preguntaron.
—El consejo de ancianos nada más me ha ordenado que os entregue esto –respondió el emisario–, y me dijeron también que, si este tallo no os basta, tenéis muchos más en los arbustos que florecen por doquier a vuestro alrededor, en la colina.
E, inclinándose ante ellos de nuevo en señal de respeto, añadió:
—No puedo, ni sabría, deciros nada más.
Los reyes de Polonia y Hungría dejaron ir al mensajero y estuvieron reflexionando juntos sobre lo que los defensores de la ciudad habrían querido decir enviándoles el tallo de un arbusto que, efectivamente, se hallaba por todas partes en las inmediaciones.
Finalmente, viendo que no conseguían discernir el mensaje, hicieron llamar a sus hombres más instruidos y sabios, por ver si ellos eran capaces de encontrar algún simbolismo. Pero estos también se sumieron en la confusión, lanzando posibles respuestas casi al azar para intentar no parecer inútiles ante aquéllos que les pagaban su indolencia. Y así estuvieron, sumidos en cavilaciones, hasta que uno de ellos pareció dar con la solución.
—Ya decía yo que esta planta me resultaba familiar –dijo levantando una ceja–. Es una planta que, aunque le prendas fuego, no arde.
Y, sin dar más explicaciones, tomó un palo ardiendo de uno de los fogones de los cocineros y se dirigió al arbusto más cercano de aquella extraña planta. Le arrimó la llama y, casi de inmediato, todo el matorral prendió con una llama verde azulada. Pero, al cabo de unos breves instantes, la llama se extinguió, quedando el arbusto incólume, como si no hubiera pasado el fuego por él, con sus hermosos racimos florales erguidos insolentemente.
Tanto los reyes como sus séquitos, así como los soldados de la guardia, se quedaron atónitos ante lo que habían visto, y algunos hubo que comenzaron a murmurar entre ellos lo que creían que el consejo de ancianos de la ciudad había querido transmitirles.
El rey húngaro bajó la cabeza y la sacudió lentamente de un lado a otro, como abatido.
—¿Qué habéis entendido vos? –le preguntó el rey polaco al verle desalentado sin explicación mediante.
El rey húngaro levantó la cabeza y respondió con voz grave:
—Que jamás conquistaremos este país.
El monarca polaco hizo un gesto de extrañeza, sin entender.
—Me vuelvo a casa con mi ejército –continuó el húngaro–, y yo os aconsejaría que hagáis lo mismo, pues a este pueblo no lo vais a domeñar.
Esto tuvo lugar hace muchos siglos y, desde entonces, Ucrania ha sido invadida más de una decena de veces. A lo largo de la historia, estas tierras han sido incendiadas, saqueadas y arrasadas por distintos invasores, que han prohibido a sus gentes hablar en su propia lengua y transmitir sus tradiciones y su cultura. Y, sin embargo, sus invasores se marcharon siempre con un regusto amargo en los labios, sin haber podido saborear realmente su victoria.
A la postre, el espíritu ucraniano ha vuelto a sonreír bajo el Sol, como los racimos de flores rosa pálido de ese arbusto incombustible de hojas como de fresno, y sus campos amarillos de cereales y el azul profundo de sus cielos han vuelto a brillar, recordando a todos sus opresores la indestructibilidad de las gentes que pueblan Ucrania.
Adaptación de Grian A. Cutanda (2024).
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.
Comentarios
Tanto el pensamiento imperialista como su hermano más joven, el pensamiento colonialista, son los causantes de una inagotable marea de sufrimiento en la historia de la humanidad. El impulso de dominación que los anima es una de las tendencias más perversas y abominables de las que han movido a la especie humana durante milenios.
En Europa –sólo en Europa– se firmó en 1975 un acta –por desgracia no vinculante, en un continente tan proclive a la colonización–, la Declaración de Helsinki, según la cual todos los países europeos –incluidas la URSS y Turquía – más los Estados Unidos y Canadá, se comprometían a respetar los derechos de soberanía de los pueblos, a no recurrir al uso de la fuerza, a la inviolabilidad de las fronteras y a la integridad territorial de los estados, por no hablar del respeto a los Derechos Humanos y a la autodeterminación de los pueblos. Es por ello que la invasión de otro país por la fuerza de las armas y la violencia debe ser considerada como un gravísimo atentado al derecho internacional, sea quien sea el país perpetrador. Éste debería ser un elemento inviolable y vinculante que deberían acatar todos los países del mundo, si queremos emprender verdaderamente el camino que nos lleve, algún día, hacia un mundo sin guerras y sin violencia.
Como es evidente, todavía nos queda un largo camino por recorrer.
El arbusto del mensaje en esta historia ucraniana es una planta rutácea, del género Dictamnus L. Y de las dos especies de este género que crecen en Ucrania, el Dictamnus albus L. y el Dictamnus gymnostylis Steven, el protagonista de la leyenda sería probablemente el primero de ellos, el Dictamnus albus. Aunque ambas especies de Dictamnus podrían encajar con las propiedades que se le atribuyen en esta historia, el D. albus parece ser el indicado en este caso por distribuirse principalmente en las regiones occidentales de Ucrania –donde se hallan los territorios de Galicia-Volinia–; en tanto que el D. gymnostylis se distribuye principalmente en la parte oriental de Ucrania y en Crimea (Gnatiuk, 2019).
El Dictamnus albus, dictamno blanco o fresnedilla en castellano, recibe en inglés el nombre de burning bush, «matorral ardiente», al haber sido asociado con la zarza ardiente del pasaje bíblico de Moisés, donde dice:
El ángel de Yahveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía. (Ex. 3:2)
La descripción de esta planta –y la de su hermana D. gymnostylis (Fleisher y Fleisher, 2004)– encaja con la que ofrece el relato y también con la de prenderse fuego con rapidez para apagarse a los pocos instantes sin afectar a la planta. Esto es debido a que estos Dictamnus exudan unos aceites inflamables con los que se protegen de los insectos, pero que, con altas temperaturas, se convierten en gas, concretamente en isopreno, un gas cuya temperatura de ebullición se halla en los 34ºC. De este modo, la planta, en días calurosos, se envuelve en una nube de gas inflamable que, con sólo aproximarle una cerilla, puede prenderse de inmediato, para apagarse instantes después al consumirse el gas, dejando a la planta indemne tras el fogonazo que la ha envuelto.
Fuentes
- Fleisher, A. y Fleisher, Z. (2004). Study of Dictamnus gymnostylis volatiles and plausible explanation of the «burning bush» phenomenon. Journal of Essential Oil Research, 16(1), doi: 10.1080/10412905.2004.9698634
- Gnatiuk, A. M. (2019). Features of Dictamnus albus (Rutaceae) in the pregenerative period of ontogeny in M. M. Gryshko National Botanical Garden in Ukraine. Regulatory Mechanisms in Biosystems, 10(4), 470-476.
- McAllister, M. (2022 Jun 3). Ukrainian stories and legends in English. The Museum of Childhood Ireland. https://museumofchildhood.ie/ukrainian-stories-and-legends-in-english/
- Missouri Botanical Garden (sf). Dictamnus albus. Missouri Botanical Garden. https://www.missouribotanicalgarden.org/PlantFinder/PlantFinderDetails.aspx?taxonid=286761
Texto asociado de la Carta de la Tierra
Principio 16b: Implementar estrategias amplias y comprensivas para prevenir los conflictos violentos y utilizar la colaboración en la resolución de problemas para gestionar y resolver conflictos ambientales y otras disputas.
Otros fragmentos de la Carta que puede ilustrar
Preámbulo – La situación global: Las comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales. Los fundamentos de la seguridad global están siendo amenazados. Estas tendencias son peligrosas, pero no inevitables.
Preámbulo – Los retos venideros: Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida. Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más.
Principio 12b: Afirmar el derecho de los pueblos indígenas a su espiritualidad, conocimientos, tierras y recursos y a sus prácticas vinculadas a un modo de vida sostenible.