El manantial de los murciélagos
Pueblos Nahuas – México
Hace mucho tiempo llegó una tribu a las tierras de Tlazincahuátl en San Luís Potosí. Lo hizo agotada a causa de los obstáculos superados en un largo peregrinar que durante años la llevó por desiertos y lagos para encontrar una prometida señal. Débiles y perdidos, decidieron dejar de buscar y construir un nuevo hogar en una enorme cueva que se encontraba a un lado de un magnífico manantial.
Un día, cansados de remover las enormes piedras y escombros de su nueva morada, los pobladores tomaron un baño y se divirtieron en las exquisitas aguas del cristalino milagro de la tierra.
Mientras todos nadaban, el majestuoso árbol de donde se originaba el agua agitó sus ramas y comenzó a hablar. Era Tláloc, dios del néctar de la tierra, dándole la bienvenida a quienes había estado esperando, pues por mucho tiempo necesitó que alguien se encargara de ese maravilloso lugar. Les dio permiso de vivir ahí, siempre y cuando veneraran el agua y, de hacerlo, nada les faltaría.
Durante cientos de años le ofrendaron a Tláloc danzas, canciones y oraciones de todo tipo, pues estaban agradecidos por dejarlos vivir ahí. Pero como nada dura para siempre y el tiempo pasa y la gente olvida, después de muchas generaciones todo cambió. No brindaron el cuidado que el agua y la tierra se merecían, talaron los árboles y el manantial se secó.
Tláloc estaba enfadado porque habían matado la maravilla del lugar. Como castigo, mandó una tempestad de murciélagos descontrolados para que habitaran la cueva y nadie pudiera regresar a ella.
Pasaron cientos de años, pero los pobladores no olvidaban la pena y la condena. Entonces se mudaron a un valle cercano donde lograron revivir el manantial después de mucho tiempo de darle los cuidados adecuados. A raíz de ese hecho, regresaron las fiestas y los cantos a lugar.
Hoy en día la costumbre sigue viva, ahora es una comunidad naranjera feliz y orgullosa que cada año acude al manantial para agradecer a Tláloc la hermosa fuente de vida que le fue concedida.
Sin embargo, en sus corazones llevan los recuerdos de los tiempos aciagos, mismos que heredan de boca en boca a los pobladores más jóvenes porque, de olvidarlos, no sólo caerá sobre ellos una despiadada sequía, sino que llegarán terribles bestias que en venganza los despojarán de su hogar.
Adaptación de César Eduardo García Martínez (2020).
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.
Comentarios
Un buen relato sobre la necesidad del cuidado de los recursos naturales, historia que se ha transmitido de generación en generación entre los Pueblos Nahuas como un conocimiento tradicional vinculado al cuidado del medio ambiente.
Se conoce como Pueblos Nahuas a aquellos que tenían en común el idioma náhuatl, además de un buen número de costumbres y creencias. Extrañamente, el náhuatl mantuvo su amplio uso durante los siglos de la colonización, puede que debido a no haber sido reprimido por los colonizadores españoles, merced a ser declarado idioma oficial del Virreinato de Nueva España, junto con el castellano, por el rey Felipe II (1570). No obstante, el náhuatl iniciaría un marcado declive entrado el siglo XIX. Con todo, es un idioma que siguen hablando en torno a tres millones de personas en México, Estados Unidos y Honduras.
Se suele identificar como nahuas a los pueblos Tepaneca, Xochimilca, Chalca, Acolhua, Tlahuica, Tlaxcalteca y Azteca (Mexica), si bien otras fuentes (INPI, 2017; Pavón Cuéllar, 2021) añaden a éstos a los Mixquicas, Matlazincas, Couixcas, Mallinalcas, Huexotzincas, Culhuacanes, los Mexicaneros de Nayarit y Durango, los Nicaraos de Nicaragua y los Pipiles de Guatemala y El Salvador. Si tenemos en cuenta que en México existen 59 pueblos indígenas diferenciados, la diversidad de los Pueblos Nahuas nos indica hasta qué punto fue importante su cultura y la potente civilización económica, administrativa y guerrera que construyeron en el Valle de México hasta la llegada de los colonizadores españoles.
Según la tradición, los Pueblos Nahuas tuvieron su origen en una región pantanosa a la que denominaban Aztlán, situada en las regiones septentrionales del actual México. Otros hablan de Chicomoztoc, en tanto que otros autores dicen que éste último lugar fue una de las etapas de la peregrinación iniciada en Aztlán y que culminó con la llegada de los nahuas al valle central de México, e incluso más allá, expandiéndose por toda Centroamérica hasta la actual frontera entre Costa Rica y Panamá.
Las fuentes apuntan que esta peregrinación nahua tuvo lugar a partir del 500 e.c., entrando en colisión en ocasiones con los Pueblos Chichimecas que ocupaban la región, y se argumenta que los nahuas pudieron estar implicados en el colapso de Teotihuacán, ya en el siglo VII. Los nahuas desarrollaron la cultura tolteca entre los siglos VII y XII, hasta que fueron invadidos por los chichimecas en 1168. Posteriormente, tras estar sujetos al gobierno tepaneca de la región entre 1345 y 1428 (INPI, 2017), los aztecas llevarían a los nahuas a su gran apogeo civilizatorio entre 1430 y 1521, con la expansión de la gran urbe de Tenochtitlán , que derivaría con el tiempo en la actual capital de México.
Queremos dar las gracias muy encarecidamente a Norberto Zamora Pérez, del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas de México (INPI), por facilitarnos el acceso a los ricos materiales culturales de los pueblos originarios de México y por asesorarnos en estos temas. Así mismo, agradecemos a César Eduardo García Martínez por cedernos tan gentilmente su magnífica adaptación del relato de «El manantial de los murciélagos».
Fuentes
- García Martínez, C. E. (2020). El manantial de los murciélagos. En Zamora Pérez, N. (ed.), Crónicas de la Lluvia: Leyendas de los pueblos indígenas sobre el agua, los manantiales y los ríos (pp. 29-32). México: Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.
- INPI (2017). Etnografía de los nahuas de Morelos. Gobierno de México. Disponible en https://www.gob.mx/inpi/articulos/etnografia-de-los-nahuas-de-morelos
- Montes, A. R. (1999). Los pueblos indígenas: Diversidad negada. Chiapa, 7, 21-44. Disponible en https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/34697895/LOS_PUEBLOS_INDIGENAS-libre.pdf
- Pavón Cuellar, D. (2021). Vida y muerte en las concepciones prehispánicas nahuas de la subjetividad. En Calegare, M.; Suárez Prieto, R.; Pérez Gil, P. y León Romero, L. (comp.), Por los caminos de las psicologías ancestrales nativoamericanas V.1, (pp. 143-156). Sao Paulo: Alexa Cultural.
Texto asociado de la Carta de la Tierra
Principio 8b: Reconocer y preservar el conocimiento tradicional y la sabiduría espiritual en todas las culturas que contribuyen a la protección ambiental y al bienestar humano.
Otros fragmentos de la Carta que puede ilustrar
Preámbulo – La Tierra, nuestro hogar: La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire limpio.
Preámbulo – La situación global: Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies.
Principio 5b: Establecer y salvaguardar reservas viables para la naturaleza y la biosfera, incluyendo tierras silvestres y áreas marinas, de modo que tiendan a proteger los sistemas de soporte a la vida de la Tierra, para mantener la biodiversidad y preservar nuestra herencia natural.
Principio 5e: Manejar el uso de recursos renovables como el agua, la tierra, los productos forestales y la vida marina, de manera que no se excedan las posibilidades de regeneración y se proteja la salud de los ecosistemas.
Principio 7: Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.
Principio 7f: Adoptar formas de vida que pongan énfasis en la calidad de vida y en la suficiencia material en un mundo finito.
Principio 9a: Garantizar el derecho al agua potable, al aire limpio, a la seguridad alimenticia, a la tierra no contaminada, a una vivienda y a un saneamiento seguro, asignando los recursos nacionales e internacionales requeridos.