Gluskap y la mofeta gigante
Pueblo Wolastoqiyik (Maliseet) – Canadá y Estados Unidos
Después de la lucha con Izignapogos, combate que liberó la comida para todos, Marmota advirtió a Gluskap que no había terminado porque el hombre de la media piedra tenía algunos amigos abajo. Gluskap y Mikumwesu, los dos hermanos, empezaron a bajar el río en su canoa con Gluskap al remo. Al cabo de un rato, Mikumwesu dijo:
—Acerquémonos a la orilla, porque esa acompañante de Izignapogos está por aquí abajo. ¿Sabes a quién me refiero? ¿La mofeta grande que puede lanzar su rociada a través del océano?
—Sí, la conozco –respondió Gluskap.
Mikumwesu bajó a tierra, cortó un palo largo y se lo llevó a Gluskap a la canoa.
—Afila este palo –le dijo–. Lo usaremos para taparle el agujero y que no pueda disparar el chorro.
Gluskap era reacio a llevar a cabo ese plan, porque pensaba que la mofeta gigante era demasiado peligrosa. Sugirió encender la pipa y hacer mucho humo, para que la mofeta gigante no pudiera dirigir su rociada con precisión. Y después, con la mofeta confusa por causa del humo, Gluskap saltaría sobre ella y le taparía el agujero.
Dieron la vuelta a un recodo y llegaron a una estrecha garganta en el río, con acantilados a ambos lados. Gluscap vio que no iban a poder seguir su viaje sin correr el riesgo de que la mofeta gigante les atacara, porque no podían ver con claridad a lo largo de la garganta.
—Empezaré a fumar y ascenderá el humo como una niebla –dijo Mikumwesu.
De modo que el hermano pequeño sacó su pixnoggin, una bolsa de piel donde guardaba el tabaco, y puso su mezcla especial en la pipa. Y cuando el humo fue tan espeso como una niebla, continuaron su viaje a través de las gargantas.
Pero, de repente, se encontraron con la mofeta gigante delante de ellos, lista para disparar. Pero, gracias al humo, Gluskap tuvo tiempo suficiente para clavarle el afilado palo y la mofeta cayó.
—¿Por qué no la atravesaste y la mataste? –preguntó Mikumwesu.
Y Gluskap respondió que él no quería matar a la mofeta gigante, que lo que quería era conservarla hasta que fuera lo suficientemente pequeña como para que la gente pudiera utilizarla y no corriera el riesgo de hacerse daño con sus rociadas.
—A partir de ahora –dijo Gluskap–, la mofeta tendrá sólo la fuerza suficiente en sus rociadas para defenderse a sí misma.
Adaptación de Gwen Bear, del Comité Ejecutivo Wolastoqiyik y el Museo de New Brunswick (2005).
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.
Comentarios
Al igual que los passamaquoddy –de los cuales hemos hablado en el relato «Gluskap y la Gran Ave del Viento»–, los wolastoqiyik pertenecen así mismo al tronco lingüístico algonquino y forman parte también de la confederación de tribus abenaki o wabanaki, todos ellos oriundos de las regiones de New Brunswick y Quebec, en Canadá, y Maine, en Estados Unidos.
Wolastoqiyik significa «Pueblo del Río Brillante», haciendo referencia al río que los colonizadores denominaron Saint John River, en cuyas orillas vivieron durante siglos.
En cuanto a Gluskap –que aparece también en el relato anteriormente citado de los passamaquoddy–, es un personaje mítico compartido por todos los pueblos abenaki, si bien en cada tribu las leyendas ofrecen variaciones significativas. A Gluskap se le suele describir como un guerrero amable y bondadoso que lucha contra el mal y que dispone de poderes mágicos. Gluskap no es un dios. No creó el universo ni vendrá algún día para juzgar a la humanidad, y mucho menos a los pueblos abenaki. Para éstos, es o bien un hombre más con poderes sobrenaturales o bien «un espíritu» (Jack, 1895, p. 194), que intenta mejorar el mundo creado para hacerlo más habitable (Maine Folklore Center, sf).
Según los Abenaki, Tabaldak fue quien creó a los seres humanos, y tanto Gluskap como su hermano gemelo, Mikumwesu, fueron creados del polvo de su cuerpo. Para los wolastoqiyik,
Gluskap todavía vive, y va a perdurar tanto como perdure el mundo. Dicen que está en el extremo sur del mundo, y que hubo siete wolastoqiyik que fueron a verlo. Les llevó siete años llegar hasta él. Le vieron y vieron a su abuela, con la cual vivía. (…) No tiene el aspecto de un hombre viejo. Parece que tenga unos 30 años. (Jack, 1895, p. 193)
En el enlace de la referencia Gwen Bear (2005) se encuentra también un audio en el idioma original de los wolastoqiyik de la historia que hemos incluido aquí.
Queremos expresar nuestro más encarecido agradecimiento a M. C., una persona del Pueblo L’nu (Mi’kmaq), que nos ha ofrecido su valiosa ayuda para incluir las historias de Gluskap en esta Colección. Wela’lin, M.
Fuentes
- Gwen Bear (2005). Koluskap and the Giant Skunk. Koluskap: Stories from Wolastoqiyik. Website belonging to the Wolastoqiyik Executive Committee & New Brunswick Museum. Disponible en http://website.nbm-mnb.ca/Koluskap/English/Stories/story4.php
- Jack, E. (1895). Maliseet legends. Journal of American Folklore, 8(30), 193-208.
- Maine Folklore Center (sf). Maliseet, NB, «Kluskap and His Twin Brother». University of Maine. https://umaine.edu/folklife/what-we-do/programs-and-events/maine-song-and-story-sampler-map/places/maliseet-kluskap/
Texto asociado de la Carta de la Tierra
Principio 15c: Evitar o eliminar, hasta donde sea posible, la toma o destrucción de especies por simple diversión, negligencia o desconocimiento.
Otros fragmentos de la Carta que puede ilustrar
Principio 2b: Afirmar, que a mayor libertad, conocimiento y poder, se presenta una correspondiente responsabilidad por promover el bien común.
Principio 15b: Proteger a los animales salvajes de métodos de caza, trampa y pesca, que les causen un sufrimiento extremo, prolongado o evitable.