Essarye

Gunadule (Kuna Tule) – Panama / Colombia

 

El bejuco sube ondeando por los tallos de los grandes árboles –decía Nakekiryai– y desde las alturas empieza a llorar, a gemir nanapipiye, nanapipiye, y la madre, la gran Madre Tierra le grita desde abajo, essarye (ven a mis brazos, hijo mío), y el bejuco cae confiado y silencioso sobre la Madre Tierra.

La Madre Tierra da confianza a todo, es la serenidad de lo creado por Papa. Por eso, cuando el bejuco cae a tierra se vuelve duro, resistente porque ya la Madre le ha dado el beso, la consistencia entre sus brazos.

Así venimos todos nosotros, así nos movemos todos –cantaba Nakekiryai–, todos venimos de Sappipeneka, desde allá arriba empezamos a llorar, a gritar mupipiye, mupipiye, nanapipiye; buscamos seguridad, buscamos confianza. Y nuestra gran Madre Napkuana nos ha gritado essarye, «ven hija, ven hijo a mis brazos». Nuestra gran Madre Tierra nos ofreció sus pechos, nos respondió essarye.

Cada vez que lloramos allá el Sappipeneka, ella nos dispuso a bajar, dándonos confianza, y así llegamos a su seno… Lloramos cuando somos niños, y nuestra Madre nos irá conociendo de acuerdo a nuestros lloros

 

Palabras atribuidas a la Gran Nele Olonakekiryai (2010).

Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.

 

Comentarios

Según Miguel Rocha Vivas, investigador y profesor de Literatura de la Universidad Javierana de Bogotá, Colombia, el texto de esta tradición se le atribuye a la Gran Nele Olonakekiryai, del Pueblo Gunadule. Según Rocha (2010, p. 528):

«Olonakekiryai vino a perfeccionar, a diseñar, a refinar el arte, y enseñó a nuestros padres en Ukkupneka. Así Olonakekiryai llamó a todas las ancianas del pueblo y empezó a instruirlas. Se sentaba en la mitad de la hamaca, se peinaba suavemente y hablaba fuerte. Empezaba a cantar sobre nuestro origen, sobre la Madre Tierra, sobre lo que realmente acontece entre el hombre, la planta y la Madre Tierra. Tomaba el caso del bejuco.»

La gran nele Olonakekiryai fue, según la leyenda, una mujer sabia que trajo abundantes descubrimientos en alimentación y diseño de tejidos, y en todo tipo bendiciones para hacer la vida más fácil a su pueblo. Todo ello a pesar de los obstáculos y la envidia que le pusieron los neles varones por ser una mujer. Según ella,

«Los grandes neles aquí presentes, cuando supieron que yo aprendía en otros kalus, que bajaba y subía diversos estadios como ellos y más que ellos, porque llegaba a lugares que estaban prohibidos para hombres y por ser mujer me admitían, esos grandes nelekan quisieron cerrarme la vía.» (ibíd., p. 527)

Sin embargo, ella se enfrentó a los grandes nelekan y, según dicen,

«…los ancianos la escucharon, la temían. Ella hablaba fuerte y decidida. No callaba cuando veía que sus guías no iban por el camino del Papa.» (ibíd., p. 529)

Los gunadule son un pueblo indígena de Panamá y Colombia. Hablan la lengua Guna o Kuna, y se denominan a sí mismos Dule o Tule. Cuando tuvo lugar la invasión española, los gunadule vivían en la región de Uraba, en Colombia, pero se desplazaron al norte, a Panamá, debido al conflicto con los españoles y con otros pueblos indígenas.

 

Fuentes

  • Rocha Vivas, M. (2010). El Sol babea jugo de piña: Antología de las literaturas indígenas del Atlántico, el Pacífico y la Serranía del Perijá (pp. 525-529). Bogotá: Ministerio de Cultura.

 

Texto asociado de la Carta de la Tierra

Preámbulo: La Tierra, nuestro hogar.- La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de vida. Las fuerzas de la naturaleza promueven a que la existencia sea una aventura exigente e incierta, pero la Tierra ha brindado las condiciones esenciales para la evolución de la vida.

 

Otros pasajes de la Carta que puede ilustrar

Principio 2: Cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor.

Essarye en vídeo

Algunas de las historias de la Colección de Historias de la Tierra reciben un formato audiovisual dentro de nuestro canal de YouTube, y Essarye es una de las historias que integramos ahí para conmemorar el 50 aniversario del Día Internacional de la Madre Tierra, el 22 de abril de 2020.