La Madre: Mito huitoto de la Creación

Pueblo Huitoto – Colombia / Perú

 

La Madre existía cuando nada existía. Nada, nada, sólo ella. Ella es aire, es agua, es conocimiento. Ella es la madre del agua que burbujea, y ese vapor salido de las profundidades fue el que en un momento dado ella engendró y fue esto quien llegó a ser el Padre Creador.

Esa Madre existe antes que nada existiera.

Fue ella quien, calladamente, dio el primer suspiro, para que de allí, de esa burbuja, naciera el Padre Creador, el Padre Unámarai.

Por ella, por nuestra Madre, la Única, comenzó la creación, porque ella engendró al Eterno, y por eso cobró vida nuestro Padre Creador Unámaraï, porque al engendrarlo lo engendró todo.

Y él se sienta como una nube por encima de nuestra Madre, sustentado por ella, pues es ella quien lo sostiene.

Ella se sentó abajo, en la punta del mundo, y Unámaraï, de su aliento, de su voluntad, de su pensamiento, exhaló como un hilo y por él subió y quedó arriba del mundo.    Eso es como un hilo de araña; es la respiración del Padre, y la Madre y el Padre engendraron a su hijo Añïraima.

 

Transcripción de la narración del Abuelo Enókayï, en la monografía de grado de Blanca de Corredor (Urbina, 1994).

Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.

 

Comentarios

En Europa no se supo casi nada del Pueblo Huitoto hasta finales del siglo xix, cuando los comerciantes de caucho entraron por el río Putumayo. Esto fue en 1886. Para 1901, ya había 22 colonias de extracción de caucho de empresas colombianas, utilizando mano de obra huitoto. Posteriormente, en 1909, el cauchero peruano Julio César Arana se haría con el control del negocio del caucho en la zona, creando una gran corporación con sede en Londres. La explotación del caucho se convirtió en explotación de personas, concretamente de indígenas huitotos. Los capataces contaban con matones a sueldo que se encargaban de amedrentar a los trabajadores huitotos, de perseguirlos si huían y de impedir todo intento de rebelión.

Cada familia debía aportar 40 arrobas mensuales de caucho, y eran azotados, mutilados o torturados si la balanza no señalaba el peso acordado. Muchas veces eran condenados a ser encerrados hasta morir de hambre o a ser devorados por los grandes mastines de los patrones.

Como estrategia para impedir cualquier rebelión, los caucheros procedieron al asesinato sistemático de los jefes de linaje, únicos con la capacidad de convocatoria necesaria para acometer dicha empresa. Una estrategia adicional consistió en fomentar las rivalidades y conflictos entre linajes. (Perú Ecológico, 2012)

Como consecuencia de todo esto, se estima que en la primera década del siglo xx murieron en torno a 40.000 indígenas huitotos del total de alrededor de 50.000 que vivían a orillas del Putumayo antes de la llegada de los comerciantes de caucho.

Todo esto supuso un proceso de aculturación terrible, que aún sufre este pueblo originario, cuyos jóvenes no encuentran arraigo en sus propias tradiciones y cultura. Como señala Urbina (1994):

No se ha de perder de vista que la tradición amazónica llega fragmentada en extremo y drásticamente reducida; los traumatismos ocasionados por el régimen de terror que introdujo la civilización occidental, al convertir a los indígenas jóvenes y adultos en mano de obra esclava, y al asesinar sistemáticamente a los ancianos Sabedores –núcleo de la resistencia contra el vasallaje–, hizo perder la continuidad y coherencia de muchos corpus de tradición oral. La prédica continuada de otras religiones ha efectuado una profunda labor de zapa. La tarea de rescate implica una delicada y urgente arqueología de la palabra mítica. (p. 89)

Tómese, por tanto, el relato huitoto de La Madre como uno de los preciados tesoros que ha legado a la humanidad de una cultura que, si no cuidamos en adelante, corre el peligro de perderse para siempre. Y cada cultura que perdemos supone una tremenda pérdida para el resto de la especie humana.

 

Fuentes

  • Perú Ecológico (2012). Huitoto. Disponible en https://www.peruecologico.com.pe/etnias_huitoto.htm.
  • Urbina, F. (1994). El hombre sentado: Mitos, ritos y petroglifos en el río Caquetá. Boletín Museo del Oro, 36, pp. 89-90.

 

Texto asociado de la Carta de la Tierra

Principio 11b: Promover la participación activa de las mujeres en todos los aspectos de la vida económica, política, cívica, social y cultural, como socias plenas e iguales en la toma de decisiones, como líderes y como beneficiarias.