¡Vete a dormir, Geco!
Bali – Indonesia
Una noche, el geco despertó a la leona, que era la coordinadora de la aldea, para quejarse amargamente:
―Amiga Leona, ¿harías el favor de decirle algo a la Luciérnaga? Me tiene en vela toda la noche, encendiendo y apagando su lucecita… ahora sí-ahora no-ahora sí-ahora no…
―De acuerdo, de acuerdo –contestó la leona, que sólo quería que la dejase dormir–. Mañana hablaré con ella. Vete a dormir, Geco.
Pero, después de aquello, a la leona le costó dormirse, de modo que se levantó antes del alba y se fue a ver a la luciérnaga. Cuando llegó, le preguntó:
―Luciérnaga, ¿por qué molestas a la gente encendiendo y apagando tu luz todo el rato? Podrías dejarla encendida toda la noche, o podrías dejarla apagada, pero comprende que poniendo el intermitente alteras el sueño de tus vecinos.
―¡Oh, Leona! –dijo la Luciérnaga, que era una muchacha humilde y de buen corazón– ¡Cuánto lo siento! Lo único que pretendía era transmitir el mensaje que le había oído al Pájaro Carpintero ayer por la tarde, golpeando en el tronco de un árbol… tong, tong, tong… tong, tong, tong… Pensé que era una advertencia de peligro, y por eso he estado haciendo eso por la noche, para que todo el mundo estuviera alerta, por si acaso.
Entonces, la leona se fue a hablar con el pájaro carpintero.
―Querido Pájaro Carpintero –le dijo–, ¿has estado mandando mensajes de advertencia con tu pico en los troncos de los árboles?
―Pues sí, Leona –respondió el ave ahuecando las plumas–. Escuché a la Rana en los campos de arroz diciendo… croac, croac, croac… y me dije, “Me parece que la Rana anuncia la inminencia de un terremoto. Será mejor que advierta a los demás del peligro”.
De modo que la leona se fue a hablar con la rana, y se la encontró tomando el sol y contemplando el paisaje sobre una hoja, a un metro de altura sobre el estanque.
―Sé porque vienes –le dijo la rana antes de que la leona le hubiera preguntado–. Pero es que estaba intentando decirle al Escarabajo Pelotero que dejara de llevar porquería de aquí para allá. ¡Es de lo más repugnante …y poco higiénico, añado!
La leona comenzaba a estar un poco harta de ir de aquí para allá. Se le había pasado la mañana y no conseguía resolver el problema, viendo que todo el mundo tenía sus razones y que no se podía culpar a nadie de hacer lo que hacía. No obstante, se fue a buscar al escarabajo pelotero para conocer su punto de vista.
―Mi querida y adulada coordinadora –le dijo el escarabajo pelotero realmente ofendido–, me han dicho que me culpan a mí de poco higiénico, ¡y eso es muy injusto! ¿Acaso alguien puede pensar que disfruto llevando la porquería de un lado a otro? ¡En absoluto! Pero alguien tendrá que limpiar las plastas que va dejando por el camino el Búfalo de Agua, ¿no?
―Sí, Escarabajo –contestó la leona comprensivamente–. Haces un gran trabajo. Sigue haciéndolo. Yo intentaré que todo el mundo lo entienda.
De modo que la leona se fue a ver al búfalo de agua.
―¿Ése es el agradecimiento que expresa la gente –dijo incrédulo el búfalo de agua cuando le preguntó la leona– por rellenar los baches que deja la Lluvia en los caminos? La próxima vez tendréis que pavimentar los caminos vosotras.
―No te enfades, no te enfades –respondió conciliadora la leona―. Tienes razón. Sin ti ya no habría caminos. Tranquilízate y no dejes de hacerlo.
Apunto de ponerse el sol, la leona se fue a ver a la lluvia, pero ésta se tomó su pregunta tan a mal que le lanzó unos cuantos granizos a la cabeza.
―¡Lo que me faltaba! –dijo ofendida– De modo que el Geco se pasa tres semanas haciendo ofrendas a los dioses para que llueva (porque, si no llueve, él no tiene mosquitos que comer y pasa hambre), ¡y, cuando lluevo, entonces se lamentan los demás! Habla con el Geco y dile que me deje en paz.
La leona estaba confundida. Cada cual tenía sus razones, y todas eran, de un modo u otro, válidas; de manera que, llegada la noche, se fue a ver al Geco y le dijo:
―Mira, Geco, la Luciérnaga no te dejó dormir anoche porque tú has estado tres semanas haciendo ofrendas para que lloviera.
El geco torció un ojo como si fuera un camaleón.
―No entiendo nada ―dijo.
Y la leona le explicó toda la cadena de acontecimientos que habían llevado a la luciérnaga a pasarse la noche encendiendo y apagando su luz… ahora sí-ahora no-ahora sí-ahora no…
―En este mundo –concluyó la leona–, todos estamos interconectados, todas estamos relacionadas con todas, y hay veces en que nos molestamos mutuamente sin pretenderlo.
―Pero…
El geco iba a protestar, pero, después de todo un día intentando resolver el problema, a la leona ya no le quedaba paciencia.
―¡Vete a dormir, Geco! –le dijo con un rugido.
Adaptación de Grian A. Cutanda (2019).
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.
Fuentes
- Alibasah, M. M. (1990). Folk Tales from Bali and Lombok. Jakarta: Penerbit Djambatan.
- MacDonald, M. R. (2006). Go to Sleep, Gecko!: A Balinese Folktale. Little Rock, AK: August House.
- Mills, M. [Asian Art Museum] (2011, May 2). Gecko: A Balinese Folktale [Video file]. Retrieved from https://youtu.be/1hxbyeC5h9w.
- Taro, M. (1999). Lagu-Lagu Permainan Tradisional Bali. Denpasar, Bali: Upada Sastra.
Texto asociado de la Carta de la Tierra
El camino hacia adelante: La vida a menudo conduce a tensiones entre valores importantes. Ello puede implicar decisiones difíciles; sin embargo, se debe buscar la manera de armonizar la diversidad con la unidad; el ejercicio de la libertad con el bien común; los objetivos de corto plazo con las metas a largo plazo.
Otros fragmentos de la Carta que puede ilustrar
Principio 2b: Afirmar que, a mayor libertad, conocimiento y poder, se presenta una correspondiente responsabilidad por promover el bien común.
Principio 16b: Implementar estrategias amplias y comprensivas para prevenir los conflictos violentos y utilizar la colaboración en la resolución de problemas para gestionar y resolver conflictos ambientales y otras disputas.