El cántaro roto

China, Marruecos, India, Budismo zen …

 

En las montañas de Mongolia vivió una vez una anciana en una yurta. Vivía sola y no poseía gran cosa, salvo la yurta, un catre donde dormir y una mesa con un jarrón y flores frescas.

También había un pequeño estante en la pared, y sobre el estante dos cántaros. Uno de ellos era nuevo y reluciente, y tenía el borde dorado. El otro era viejo y estaba maltrecho, con una melladura aquí y un arañazo allá, una grieta en el borde y, en términos generales, de mal llevar.

Todos los días, la anciana tomaba los cantaros del estante, los sujetaba a la pértiga que se cruzaba sobre los hombros y se iba al cercano lago a recoger agua. Pero, cuando regresaba, mientras que el cántaro nuevo llevaba el agua hasta casi el borde (y se sentía muy orgulloso de ello), el cántaro viejo y roto llegaba medio vacío, tras haber derramado y filtrado su contenido por la grieta.

Y así estuvo yendo a por agua la mujer durante dos años o más, mientras el cántaro roto se sentía cada vez más avergonzado. Finalmente, el cántaro hizo acopio de coraje y le habló a la anciana, diciendo:

―Querida anciana, me gustaría disculparme ‒dijo‒. ¡Me siento tan inútil perdiendo toda el agua de esta manera tan ridícula! Te ruego que me dejes en casa la próxima vez que vayas a recoger agua, pues no hago otra cosa que causarte trastornos.

La anciana, que era sabia y bondadosa, respondió:

―Te voy a contar una cosa, querido cantaro. Ven conmigo por última vez y, mientras caminamos, fíjate bien en lo que ocurre.

Y así lo hicieron.

La anciana sujetó los cántaros a la pértiga y partieron. Y, mientras caminaban, el cántaro roto vio que la mujer se metía la mano en el delantal para, después, cada pocos pasos, arrojar un puñado de semillas en el suelo. Y, fijándose con más atención, vio que crecían las flores en el mismo lado del camino donde la anciana echaba las semillas, mientras que, en el otro lado, la tierra estaba desnuda, árida y polvorienta.

Cuando la anciana hubo llenado los dos cántaros y emprendió el regreso a su yurta, el cántaro se fijó de nuevo y vio que el agua que se derramaba por su costado caía en el suelo y regaba suavemente las hermosas flores del borde del camino.

―¿Te das cuenta ‒le dijo la anciana‒ Yo sabía que tú eras especial, que tenías unas cualidades que el otro cántaro no tiene. Y he aprovechado esas cualidades, poniéndote exactamente donde puedes hacer mucho bien. ¿No te has dado cuenta de que siempre hay flores frescas en el jarrón sobre la mesa? Esas flores están ahí gracias a ti.

A partir de aquel día, el cántaro roto se sintió orgulloso de cada viaje de ida y vuelta al lago; y, cada mañana se llenaba de gozo porque lo primero que veía era el jarrón sobre la mesa coronado siempre por hermosas flores.

 

Adaptación de Catriona Blanke y Swantje Oetjen (2022).

Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.

 

Comentarios

Resulta llamativo que un cuento se atribuya por igual a la cultura india, china o marroquí, incluso a la tradición espiritual del budismo zen. Pero esto es lo que suele ocurrir con aquellos relatos que tienen un profundo impacto en las personas, que se replican interminablemente a lo largo de los siglos y van adoptando distintos paisajes, mientras sus personajes se visten con ropas adaptadas a distintos climas y culturas.

         Esto es lo que ocurre con «El cántaro roto», una historia de la que es muy posible que no podamos establecer con precisión su cultura de origen o, de poder hacerlo, sería a costa de un prolongado trabajo de investigación que podría llevarnos años de pesquisas.

         Pero, ¿por qué hay historias que se replican a través de las culturas y pasan a través de los siglos como relatos inmortales de la humanidad?

         Una posible respuesta a esta pregunta pasa por algo tan fundamental como la supervivencia de nuestra especie.

         Como ya hemos señalado en otros lugares de esta Colección, la antropóloga cultural y bióloga evolutiva Kathryn Coe y sus colegas (Coe, Palmer, Aiken y Cassidy, 2005), en su análisis evolutivo de los relatos tradicionales, teorizan que el comportamiento de contar y de escuchar determinados relatos podría estar sujeto a la selección natural. Concretamente, dicen:

Un relato tradicional que influye en el comportamiento de aquéllos que lo escuchan y lo repiten, de tal modo que incrementan su adecuación, tenderá a ser más frecuente en generaciones futuras; en tanto que un relato que haya tenido el efecto de reducir la adecuación tenderá a desaparecer con el paso de las generaciones. Este efecto será especialmente pronunciado en el caso de los relatos que influyen en comportamientos cruciales para la supervivencia y la reproducción humanas. (pp. 20-21)

         Si esto es así, el hecho de que «El cántaro roto» haya podido difundirse por todo el mundo y sobrevivir al paso de los siglos, quizás de los milenios, estaría indicando que sus enseñanzas son esenciales para la supervivencia humana, unas enseñanzas que guardan relación con la no discriminación y el respeto a las diferencias, y con la necesidad de la diversidad en todos los aspectos de la existencia.

 

Fuentes

  • Coe, K.; Palmer, C. T.; Aiken, N. E. y Cassidy, C. (2005). The role of traditional children’s stories in human evolution. Entelechy: Mind & Culture, 6. Recuperado de http://www.entelechyjournal.com/coe%20palmer%20aiken%20cassidy.html.
  • Daniels, D. (2012). The Cracked Pot – A folktale from India. Disponible en https://www.uufcm.org/uploads/1/4/9/0/14901058/170305storythecrackedpot.pdf
  • Stories That Inspire (2020 Sep. 10). Story of the Cracked Pot – An Inspirational Story [Video]. YouTube. Disponible en https://youtu.be/fGadBAeoggE
  • Zamorano, M. (2020). El cántaro roto. En Cuentos y leyendas del mundo, pp. 9-12. Beniaján, España: Fundación Cepaim. Disponible en https://cepaim.org/documentos/publi/Cuentos-y-leyendas-del-Mundo_Biblioteca_Cepaim.pdf

 

Texto asociado de la Carta de la Tierra

El camino hacia adelante: Nuestra diversidad cultural es una herencia preciosa y las diferentes culturas encontrarán sus propias formas para concretar lo establecido. Debemos profundizar y ampliar el diálogo global que generó la Carta de la Tierra, puesto que tenemos mucho que aprender en la búsqueda colaboradora de la verdad y la sabiduría.

 

Otros fragmentos de la Carta que puede ilustrar

Preámbulo: Responsabilidad universal.- Todos compartimos una responsabilidad hacia el bienestar presente y futuro de la familia humana y del mundo viviente en su amplitud.

Principio 12: Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.

Principio 12a: Eliminar la discriminación en todas sus formas, tales como aquellas basadas en la raza, el color, el género, la orientación sexual, la religión, el idioma y el origen nacional, étnico o social.