El pájaro de fuego
Pueblos Gaoshan – Isla de Taiwán, China
En la antigüedad, el Pueblo Gaoshan vivía en una inmensa llanura en medio del mar, en cuyo centro se elevaba una montaña desde la cual se dominaba toda la isla. Sus paisajes, siempre verdes, bullían de palmeras y demás plantas tropicales, en cuyas umbrías convivían pacíficamente animales y humanos.
Por aquel entonces, la costa oriental estaba infestada de cangrejos de enormes pinzas, en tanto que la costa occidental estaba repleta de sinuosos congrios de afilados dientes. Unos y otros se encargaban de proteger la isla de inundaciones, ya que, durante el verano, las lluvias de los monzones y los abundantes tifones, amenazaban con anegar las tierras y poner en peligro las vidas de todos los seres que compartían la isla.
Pero el hecho de saberles necesarios para la supervivencia de todos llevó a que se les dejara en paz y ninguna otra especie se atreviera a cazarlos o pescarlos. Esto hizo que el número de individuos de ambas especies fuera en aumento con el transcurso del tiempo, hasta el punto de sobrepoblar sus correspondientes territorios. Y, con ello, llegaron los conflictos.
Un día, al salir precipitadamente de un agujero en las rocas con el fin de capturar a un pececillo, el rey de los congrios empujó al rey de los cangrejos, haciéndole caer un par de brazas por el arrecife. El rey de los cangrejos, que quedó panza arriba tras golpearse el caparazón con las rocas, se dio la vuelta, furioso, y retó al rey de los congrios a un combate singular en la arena de la playa.
La muchedumbre de cangrejos y congrios abrió un círculo en la arena para dejar espacio a sus reyes y contemplar el singular duelo, mientras el espíritu de la isla contenía la respiración, anticipando con ansiedad las posibles consecuencias de aquella disputa.
—¿Ves estos dientes? –preguntó desafiante el rey de los congrios al rey de los cangrejos abriendo su boca inyectada en sangre– Son tan afilados que tu caparazón no te va a poder proteger de ellos. Y, además, puedo inyectarte veneno con ellos. Un solo mordisco y estarás muerto. Así que toma a tu gente y largaos de aquí. A partir de ahora, este territorio es exclusivamente nuestro.
Pero el rey de los cangrejos no se amedrentó con la bravuconada del congrio. Levantando sus poderosas pinzas y adoptando una postura intimidatoria, respondió:
—No nos vamos a ir de aquí. Y si tanto confías en tus afilados dientes, ataca si te atreves.
Y el congrio se abalanzó sobre el cangrejo con un movimiento vertiginoso, como un látigo al restallar, pero el cangrejo levantó su pinza más gruesa justo a tiempo para detener el ataque y ¡CRAC! … el congrio se rompió los dientes al morder contra tan dura piel.
Casi sin darle tiempo para entender lo que había ocurrido, el rey de los cangrejos agarró al rey de los congrios con sus pinzas y ¡CRAJS! lo partió por la mitad.
El rey de los cangrejos había vencido, y ésa es la razón por la que, ahora, en las playas de Taiwan sólo hay cangrejos.
Pero aquello trajo consigo un grave problema pues, en ausencia de los congrios, no había cangrejos suficientes para cubrir toda la costa occidental. Cuando llegó el primer tifón del verano, los cangrejos no pudieron contener las aguas y la isla se inundó, llevándose la vida de la mayoría de los árboles, los animales y los humanos. Muy pocos consiguieron sobrevivir en la parte más alta de la montaña central, y los humanos ahora no disponían de fuego, por lo que no podían cocinar sus alimentos. ¿Qué podían hacer?
Casi en la cima de la montaña había un gran peñasco al que los humanos llamaban el Rey Peñón, que convocó a los humanos supervivientes para decirles:
—Si queréis fuego, alguien tendrá que ir al otro lado del mar, que está muy, muy lejos. Una vez allí, tendrá que buscar un sitio en el que hay un resplandor rojo. Allí encontrará el fuego.
Los humanos y los animales se dirigieron a la cresta rocosa que daba en la dirección que les indicaba el Rey Peñón y, de hecho, al otro lado del mar, les pareció vislumbrar un resplandor rojizo. Aquello les infundió esperanzas.
Entonces, un hombre enjuto, pero de aspecto fibroso, levantó el brazo.
—Yo sé nadar –dijo–. Yo puedo ir en busca del fuego.
Y ante el asentimiento del resto de humanos, descendió la montaña y se arrojó a las aguas, y estuvo nadando durante mucho tiempo hasta que, finalmente, llegó al otro lado. Fue al lugar del resplandor, tomó el fuego y, poniéndolo en un farol colgado de una larga caña atada a su espalda, emprendió el regreso. Pero, cuando acababa de llegar de nuevo a la montaña, una ola lo arrebató y se lo llevó a las profundidades, junto con la caña, el farol y el fuego.
Los supervivientes humanos se sumieron en un profundo pesar, y fue entonces cuando una rana se puso, de un salto, delante de ellos.
—Yo también sé nadar, y también puedo caminar por la tierra –les dijo–. Yo puedo ir a por el fuego para vosotros.
Y, entre el alborozo de los humanos, la rana bajó dando saltos hasta alcanzar el mar, y nadó durante mucho, mucho tiempo, hasta que alcanzó la otra orilla. Fue en busca del fuego y, metiéndolo en el fondo de una pequeña caracola vacía que se ató al lomo, volvió a meterse en el mar para emprender el camino de regreso. Pero, a mitad del recorrido, la rana se sintió exhausta. Ella era muy pequeña para tan largo viaje, y no tuvo más remedio que sumergirse en el agua para tomarse un descanso, momento en el cual el agua entró en la caracola y el fuego se le apagó.
La gente empezó a pensar que terminarían muriendo de hambre, pero entonces se presentó un pájaro negro ante ellos diciendo:
—Yo creo que puedo ir a por el fuego. Al fin y al cabo, puedo volar, de modo que las olas no me alcanzarán.
Las sonrisas y las miradas de esperanza en el rostro de los humanos le indicaron que se sentirían eternamente agradecidos, por lo que inició su aventura de inmediato.
Y, así, el pájaro negro se remontó en el cielo y, siguiendo las brisas marinas, fue planeando durante largo rato hasta alcanzar la otra costa. Descendió sobre el lugar del resplandor rojizo y, tomando una brasa con el pico, emprendió el vuelo de regreso. Pero la brasa comenzó a abrasarle el pico, por lo que el pájaro negro comenzó a pasarse la brasa de una garra a otra y, de vez en cuando, al pico de nuevo. Y así consiguió llevar la brasa ardiente, mientras el mar intentaba darle alcance levantando olas altísimas, aunque todos sus esfuerzos fueron en vano. El pájaro negro aterrizó felizmente en la cima de la montaña, donde los humanos lo recibieron alborozados.
Con el tiempo, el océano se retiró de las planicies y seres humanos, animales, árboles y plantas volvieron a cubrirlas. Pero los gaoshan jamás olvidarían lo que aquel pájaro negro había hecho por ellos.
A partir de aquel día, llamaron al pájaro negro el Pájaro de Fuego, y sus descendientes siguen viviendo, aún hoy, en la zona donde habita el Pueblo Bunun, una de las etnias gaoshan. Estos pájaros tienen el pico y las patas tan rojos como el mismo fuego, y los gaoshan dicen que es debido al sacrificio que hizo su antepasado por salvar la vida de sus ancestros. Es por ello que, ahora, sus descendientes honran y protegen a los pájaros de fuego.
Adaptación de Grian A. Cutanda y Xueping Luo (2022).
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.
Comentarios
El Pueblo Gaoshan es, en realidad, una suma de pueblos aborígenes de la Isla de Taiwán, entre los mares Oriental y Meridional de China y el Mar de Filipinas. Se estima que estos pueblos habitan Taiwan desde hace, aproximadamente, 6.500 años; y, de hecho, parecen ser el origen de todos los pueblos austronesios, que terminarían expandiéndose por las Filipinas, Malasia, Indonesia, la totalidad de Oceanía –Polinesia, Micronesia, Melanesia– e, incluso, la Isla de Madagascar, en África. Sin embargo, en la isla donde se originaron constituyen una minoría frente a la mayoría china de la etnia han, pues, con algo más de medio millón de habitantes, no suman más que el 2,38% de la población de Taiwán.
La situación geográfica de Taiwan ha llevado a los Pueblos Gaoshan a ser discriminados y reprimidos en los últimos siglos por distintas potencias mundiales, comenzando con la colonización holandesa (1623-1662) y continuando con las invasiones y colonizaciones de la Dinastía Qing (1683-1895) y de Japón (1895-1945). También hubo tropas españolas en el norte de la isla durante un breve período de tiempo, 16 años (1626-1642), si bien la intención no era la de colonizar la isla, sino más bien controlar el despliegue de Holanda en la zona, por perjudicar los intereses comerciales de España con China. De hecho, como señala Gold (1986), los españoles tuvieron «poco efecto en la historia de Taiwán» (p. 24).
Todas estas dificultades históricas han llevado a los pueblos gaoshan a perder en gran medida su identidad cultural y, con ello, a un deterioro importante en sus lenguas. Sólo en Taiwan, se han identificado en torno a 26 lenguas distintas entre los gaoshan, lenguas que se corresponden con los diferentes pueblos que conforman este colectivo étnico. Sin embargo, al menos diez de ellas se han extinguido ya, cinco están a punto de hacerlo y el resto se encuentra en peligro de desaparición (Zeitoun y Yu, 2005). Esto es una tragedia para nuestra especie, en la medida en que la diversidad lingüística y cultural son esenciales para nuestra supervivencia (UNESCO, 2002). Cada lengua supone un modelo y un modo de pensamiento distinto; y, llegado el caso de una grave amenaza para la supervivencia de la especie humana, nadie sabe si el modelo de pensamiento de una minoría puede hallar la clave para la resolución del problema.
Gracias a Xueping Luo, estudiante vinculada a la Cátedra UNESCO de Educación para el Desarrollo Sostenible y la Carta de la Tierra, en la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas, por el trabajo de búsqueda y selección de relatos realizado entre 2020 y 2021, así como por la traducción inicial de este relato desde el mandarín al inglés.
Fuentes
- Gold, T. B. (1986). State and society in the Taiwan miracle. Armonk, Nueva York: M.E. Sharpe.
- LeBlanc, C. (2019). Gaoshan. Encyclopedia.com. Disponible en https://www.encyclopedia.com/humanities/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/gaoshan
- Taiwanese indigenous peoples (2022 Jul. 29). En Wikipedia https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Taiwanese_indigenous_peoples&oldid=1101112013
- UNESCO (2002). Declaración universal sobre la diversidad cultural. CLT/2002/WS/11. Disponible en https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000127162_spa
- Yao, B. (ed.). (2014). 中国各民族神话 (Mitos de grupos étnicos chinos). Editorial Shuhai.
- Zeitoun, E. y Yu, C. H. (2005). The Formosan Language Archive: Linguistic Analysis and Language Processing. Computational Linguistics and Chinese Language Processing. 10 (2): 167–200.
Texto asociado de la Carta de la Tierra
Preámbulo: La Tierra, nuestro hogar.- El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para todos los pueblos.
Otros pasajes de la Carta que puede ilustrar
Preámbulo: Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz.
Principio 1a: Reconocer que todos los seres son interdependientes y que toda forma de vida tiene valor, independientemente de su utilidad para los seres humanos.
Principio 5: Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan la vida.
Principio 5b: Establecer y salvaguardar reservas viables para la naturaleza y la biosfera, incluyendo tierras silvestres y áreas marinas, de modo que tiendan a proteger los sistemas de soporte a la vida de la Tierra, para mantener la biodiversidad y preservar nuestra herencia natural.
Principio 16: Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.