El Río Rojo y el Río Tengtiao

Pueblo Hani – China, Myanmar, Laos, Tailandia y Vietnam

 

El Abuelo Sol se elevó sobre el horizonte para contemplar las crestas orgullosas y los bosques del Monte Ailao, entre la Meseta de Yungui y las Montañas de Hengduan, pero se llevó una decepción cuando se encontró con que gran parte de los bosques y los valles estaban ocultos por la niebla. Sin embargo, eso nunca había sido un problema para el Abuelo Sol que, posando su cálido resplandor sobre el blanco manto, lo disolvió como se disuelve la sal en el agua. Fue entonces cuando vio en el fondo del valle a la Joven Río Rojo, que todavía yacía dormida.

         —¡Despierta, joven, despierta! –le dijo el Abuelo Sol con un reflejo sobre sus aguas–. Ha llegado el día, y creo que tienes algún asunto pendiente.

         —¡Oh, síííí! –exclamó la Joven Río Rojo sobresaltada– ¡Ya es de día y no me he dado cuenta! ¡Tengo que ir al mercado!

         Pero el Abuelo Sol sabía que no era exactamente al mercado donde tenía que ir la Joven Río Rojo. El Abuelo Sol, que lo ve todo desde las alturas, sabía que la joven estaba enamorada, y sabía que tenía que encontrarse con su amor, el Joven Río Tengtiao, que vivía en un valle cercano.

         Pero el Joven Río Tengtiao estaba durmiendo todavía. No sólo eso: estaba roncando, y sus ronquidos se escuchaban por todo el valle.

         Eso, sin embargo, no lo sabía la Joven Río Rojo, que, levantándose de un salto, comenzó a vestirse a toda prisa. Con un delicado movimiento de sus aguas, se puso su más hermosa prenda, el vestido verde de los árboles del Monte Ailao; y en la cabeza, a modo de pañuelo, se adornó con las nubes de la cumbre de la montaña. Se lavó la cara en las cascadas de los bosques, se perfumó con las flores de las praderas del valle y, como pendientes, se aderezó los lóbulos con las flores rojas de los tuodimayi (Rhododendron delavayi).

         Mirándose en el espejo de sus aguas, la Joven Río Rojo se acordó del lugar donde había nacido, en el corazón de Dewei, en el Lago Erhai. Ella había sido la hija pequeña del Rey Dragón, por lo que había estado muy consentida en su infancia, y eso la había hecho un poco holgazana, de ahí que no gustará de introducirse en las montañas ni bajar por valles escarpados. A ella le gustaba estar entre las cumbres del Monte Ailao, y entretenerse en los mercados de los pueblos y aldeas de la región.

         Un día, mientras discurría por uno de esos mercados, se quedó embelesada con un joven vigoroso y de buena apariencia. Era el Joven Río Tengtiao, que, al descubrirla y contemplar su belleza, ya no pudo hacer otra cosa que ir a su encuentro. Se conocieron, se enamoraron y quedaron en verse en el mercado de Hekou la próxima vez.

         Y hacia allí iba ahora la Joven Río Rojo, sintiéndose dichosa con el abrazo cálido de la brisa, sabiendo que iba a encontrarse con su amor.

         Llegó a Hekou y se puso a esperar al Joven Río Tengtiao. Ella no sabía que él seguía durmiendo y, como no llegaba, comenzó a impacientarse.

         «A ver si se ha arrepentido –decía para sus adentros–, o si ha conocido a otra joven y la prefiere antes que a mí.»

         Finalmente, decidió darse un paseo por el mercado, intentando alejar de su mente aquellos tristes pensamientos.

         Pero al Abuelo Sol no le pasó inadvertido el hecho y pensó que sería bueno despertar al Joven Río Tengtiao, no fuera a faltar a su cita. De modo que, lanzando un potente rayo de luz por entre los huecos que dejan las nubes, acertó a dar en el rostro del joven, diciéndole:

         —Joven Río Tengtiao, será mejor que despiertes, no vayas a hacer esperar a una joven tan encantadora como la que el otro día nubló tu mente.

         Justo en ese momento, el Joven Río Tengtiao entreabrió los párpados, soñoliento, sin comprender dónde se hallaba. Y, de pronto, abrió los ojos como dos cuencos de arroz, al recordar que había quedado con la Joven Río Rojo en Hekou. Rápidamente, se levantó de un salto, se atavió con las rocas desnudas de sus despeñaderos y, agarrando un largo cuchillo, partió con el alboroto propio de un río joven.

         Viendo que iba a llegar tarde, optó por tomar el atajo de las montañas, de modo que, sacando el cuchillo de su funda, comenzó a tajar las rocas de las laderas, abriendo desfiladeros delante de él para precipitarse violentamente con sus aguas en busca de los valles. Ésa es la razón por la que hay tantos precipicios en torno a la Montaña de Ailao, y la precipitación del Joven Río Tengtiao por no hacer esperar a la Joven Río Rojo explica por qué, aún hoy en día, desciende tumultuoso y turbulento desde las alturas donde nace.

         Mientras tanto, la Joven Río Rojo seguía esperando en Hekou. Había mucha gente en el mercado, como la Joven Río Nanxi, que venía desde Mengzi, las chicas de Xiaochaodi, además de otras muchas jóvenes de otros valles y montañas. Todas se habían congregado allí con sus mejores vestiduras. Iban todas emparejadas con sus amados, tomándose del brazo, ofreciendo una bella estampa.

         La Joven Río Rojo se sentía mal por no tener a su amado con ella, al igual que las otras jóvenes.

         «¿Dónde se habrá metido este hombre?», se preguntaba.

         Y, de pronto, lo vio entre la muchedumbre, de espaldas. Se fue hacia él con la más hermosa de las sonrisas y le dio dos toquecitos en la espalda. Pero, cuando el joven se volvió, resultó que no era el Joven Río Tengtiao, y la Joven Río Rojo enrojeció aún más… de vergüenza.

         Pidiendo disculpas, buscó un rincón donde pasar desapercibida y se recluyó en su decepción y su tristeza. El Abuelo Sol estaba bajando ya hacia el horizonte, y todas sus hermanas comenzaban a abandonar Hekou, dejando sola a la Joven Río Rojo.

         Entonces, llegó una joven vestida de blanco, la Joven Xiaochao, y le dijo:

         —Hermana Río Rojo, ¿por qué estás tan triste?

         Pero la Joven Río Rojo no quiso abrir su corazón.

         —Hermana mía, dentro de poco será de noche. ¿No quieres venir a mi casa? Vivo cerca de aquí. Seguro que tu amado podrá encontrarte en mi casa.

         La Joven Río Rojo se lo pensó dos veces y, finalmente, decidió aceptar la invitación de la Joven Xiaochao.

         Cuando el Joven Río Tengtiao llegó por fin a Hekou ya se había ocultado el Abuelo Sol.

         «¡Qué desastre soy! –pensó para sí– ¡He dejado sola a la Joven Río Rojo en nuestra primera cita! ¡No tengo perdón!»

         Sin perder un instante se puso a buscarla por todas partes.

         Mientras tanto, en la cuenca de Xiaochao, la Joven Río Rojo se había puesto a tocar el xiangmie[1] en medio del bosque de bambú. Seguía esperando a su amado, a pesar de haber caído la noche. Y, entonces, desde el otro lado de la cuenca le llegó el sonido de un bawu,[2] y la Joven Río Rojo supo de inmediato que era el Joven Río Tengtiao.

         Éste, al llegar a la cuenca, le preguntó a la Joven Xiaochao:

         —Perdone que la moleste, amable joven, pero, ¿no habrá visto usted a una joven con un vestido verde y un pañuelo blanco en la cabeza?

         Pero, justo en ese momento, al Joven Río Tengtiao le pareció ver las hermosas formas de su amada en el bosque de bambú y, un instante después, la luz de la Luna sacó dos destellos brillantes de sus ojos, convenciendo al joven de que su amada se hallaba allí.

         Sin esperar la respuesta de la Joven Xiaochao, el joven se apresuró a buscar a su amada para pedirle disculpas por su tardanza. Y así, la Joven Río Rojo y el Joven Río Tengtiao se despidieron de la Joven Xiaochao y emprendieron juntos su viaje de amor hacia el océano, donde formaron una familia y donde siguen viviendo felices hasta el día de hoy.

 

[1] El xiangmie es un instrumento musical de viento hecho con bambú.

[2] El bawu es otro instrumento musical de viento hecho de caña y con un sonido similar al del clarinete.

 

Adaptación de Grian A. Cutanda y Xueping Luo (2022).

Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.

 

Comentarios

Desde el especismo, podríamos cuestionar la idea de antropomorfizar a los animales o a los árboles, o incluso, como en este caso, a los ríos. Sin embargo, tendremos que admitir que es una manera sencilla y cercana al corazón humano de reconocer un alma a los seres o los elementos de la naturaleza que conforman nuestras vidas e, incluso, nuestras identidades. Esto podría llevarnos, si vamos un paso más allá, a dejar de ver a estos seres o entidades naturales como algo exento de conciencia o incluso de vida –como ocurre con la visión del mundo modernista y materialista– para empezar a verlos como una parte del cuerpo de la Madre Tierra con la que, quizás, hasta podríamos comunicarnos en nuestra imaginación.

         Al fin y al cabo, desde la imaginación nos llegan las hermosas imágenes de esta historia; y, como señaló el psicólogo analista James Hillman, «No es la imaginación la que está en la mente, es la mente la que está en la imaginación» (Hillman, 1985, p. 7).

         El 90% del Pueblo Hani vive en la República Popular China, si bien parece proceder de la antigua tribu Qiang del Tíbet, que se estima emigró desde allí hacia el sur en torno al silgo III e.c. Sin embargo, las tradiciones orales hani no llegan tan lejos, puesto que se remontan a 50 generaciones –en torno a 1.150 años–, y dicen que son una escisión del Pueblo Yi.

         El Pueblo Hani ha sido una de las etnias más pobres y desfavorecidas del sur de China y el norte del Sudeste Asiático. A mediados del siglo XIX, la entrada masiva en su región de población han procedente del norte terminó generando tensiones interétnicas. El hostigamiento al que se vieron sometidos los hani por parte de los han y de otras etnias de la zona llevaron a la huida en masa de los hani hacia los países Vietnam, Myanmar, Tailandia y Laos.

         La llegada de la revolución comunista en 1949 pareció traer cierto alivio a las tensiones, alivio que no duraría mucho, pues, entre 1958 y 1961, los hani sufrieron una grave represión sobre sus creencias religiosas, viendo destruidos sus bosques sagrados y prohibidos sus rituales y ofrendas, prohibiéndose incluso sus altares a los ancestros en sus hogares. La represión tuvo altibajos en su desarrollo a lo largo de los siguientes años, hasta que, en 1979, los hani pudieron retomar sus creencias y ofrendas abiertamente (Hays, 2015).

 

 

Fuentes

  • Hays, J. (2015). Hani (Akha) minority and their history. Factsanddetails.com. Disponible en https://factsanddetails.com/china/cat5/sub31/item176.html
  • Hillman, J. (1985). Archetypal Psychology: A Brief Account. Dallas, TX: Spring.
  • Yao, B. (ed.). (2014). 中国各民族神话 (Mitos de grupos étnicos chinos). Editorial Shuhai.

 

Texto asociado de la Carta de la Tierra

Principio 12d: Proteger y restaurar lugares de importancia que tengan un significado cultural y espiritual.