Gearraidh-a-Muigh
Tradición gaélica escocesa de las Tierras Altas
Mi padre y yo íbamos por las colinas, reuniendo a las ovejas para su inmersión anual.[1] Cada año, algunos hombres y mujeres del pueblo recorren las colinas para reunir a las ovejas y llevarlas al redil, para sumergirlas y para hacer con ellas otras operaciones. Aquel año, a mi padre y a mí nos había tocado el itinerario más largo y lejano, lo cual significaba caminar hasta las estribaciones de las Mesetas de los MacLeod, para luego regresar reuniendo a las ovejas en la caminata de vuelta hasta el pueblo. En la larga excursión hasta donde daríamos la vuelta y comenzaríamos a reunir a las ovejas, llegamos a un lugar donde se veían las ruinas de un muro, y tras él una zona llana que bien pudo ser un camino en alguna época distante.
―Esto es parte del Gearraidh-a-Muigh –dijo mi padre–, que va desde las Mesetas hasta Meanish, en Loch Pooltiel. Y ésta es su historia.
»Cuando Haakon era rey de Noruega, venía mucho por Skye, atacando y hostigando a los pueblos costeros, como puede verse por todos los sitios que llevan su nombre.
»Llegó un día en que sus drakares se metieron en Glendale hasta Meanish, donde sus fieros trotamundos marinos desembarcaron, con la esperanza de encontrar presas fáciles y también un lugar donde reparar y aprovisionar sus barcos, pues su intención era continuar sus incursiones en las Islas Uist.
»Pero, para su sorpresa, los hombres de Glendale no huyeron de ellos, sino que les ofrecieron audazmente batalla, ¡pues en sus venas corría todavía la sangre de Cú Chulainn y de los pictos! Su defensa fue tan vigorosa y decidida que los vikingos no pudieron imponerse. Pero querían asegurar su posición en el Glen.
»Los vikingos atacaron varias veces más, pero no pudieron lograr lo que deseaban por la fuerza de las armas. Entonces, Tiel, hijo de Haakon, viendo que ninguno de los dos bandos conseguía imponerse, pidió parlamentar con los líderes del Glen. Se acordó una reunión en el llano junto a la orilla, a la cual asistieron Tiel y sus capitanes, y los jefes de Glendale. Los nombres de los jefes se han perdido con el transcurso del tiempo, pero algunos dicen que tres de ellos tenían por nombre MacSwan, Macpherson y MacAskill.
»Las negociaciones fueron largas y tediosas, con discusiones acaloradas y voces airadas por la cólera. Pero ambos bandos se respetaban mutuamente y, al final, se hizo un pacto y se estrecharon las manos para sellarlo. No hacían falta documentos. En aquel tiempo, la palabra de un hombre era vinculante y no se rompía.
»Después hicieron un festín y, en el prado por encima de la orilla, se encendieron hogueras con leña y turba, y sobre ellas asaron novillos y venados enteros. Trajeron también barriles de licores, vinos de abedul y de brezo, y cerveza de brezo y aguardiente de cereales. Y allí, a la tenue luz de tonos cambiantes de las hogueras, vikingos y dálachs se entremezclaron. Sonaron las harpas celtas y se cantaron canciones en gaélico y en nórdico.
»Los bardos gaélicos hicieron rimas –los seannachies cuentan historias desde las nieblas del tiempo–, los vikingos cantaron sus cantos marinos y sus cantos de guerras ya pasadas –los jefes contaron sus sagas, plagadas de hazañas jactanciosas. Los bailarines volaban sobre la hierba, contando con pasos y giros historias de amor, de odio, de guerra. Y así pasó la noche, hasta que los primeros tonos rosáceos del alba trajeron el cansancio y el sueño.
»Al día siguiente, cuando el cansancio pasó y el pueblo esperaba conocer los detalles del pacto, se percataron de que el día había amanecido bueno y claro, y que todos los presagios eran buenos –pues los vikingos eran grandes creyentes en los augurios– y todos sintieron un gran alivio. Si el día hubiera amanecido de otro modo hubiera supuesto un mal presagio para el tratado.
»Los líderes de ambos bandos vinieron y se situaron en una pendiente por encima del prado verde donde la gente se había reunido, y allí proclamaron los detalles del pacto.
»A los nórdicos de la tribu de Haakon se les permitió reparar sus barcos en Meanish, y para ello se les permitiría talar pinos en Helleval Mhor. La gente del Glen les proporcionaría también cierta cantidad de carne de res y de venado, y agua fresca para aprovisionar sus barcos. A cambio, los nórdicos construirían un muro con una calzada tras él, desde Meanish hasta Helleval Mhor, sobre una línea trazada de común acuerdo, comprometiéndose a no entrar en otras partes del Glen más allá de Meanish y de la línea del muro. También protegerían el Glen de la invasión de otras tribus vikingas, y se comprometieron a mantener la paz entre los miembros de su propia tribu mientras estuvieran en Glendale.
»Quienquiera que rompiera el pacto sería juzgado por un tribunal formado por dálachs y nórdicos, y sería castigado según determinara el tribunal. Este tratado entre Tiel y los jefes de Glendale fue respetado por ambos bandos durante muchos años.»
[1] En las Tierras Altas de Escocia, pastores y granjeros sumergen anualmente a las ovejas en una formulación líquida de insecticidas y fungicidas con el fin de protegerlas contra parásitos externos.
Adaptación de George Macpherson (2020).
Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.
Comentarios
Para La Colección de Historias de la Tierra es un privilegio poder contar con una adaptación de alguien tan destacado en la tradición oral mundial como George (Seoras) Macpherson (n. 1933). Seoras es el seanachaidh –custodio de la tradición oral y memoria tribal– de los clanes Macpherson y MacLeod, en la Isla de Skye, en las Highlands escocesas. Es ésta una tradición celta que se ha transmitido de abuelo a nieto durante los últimos 2.500 años. El cargo de seanachaidh revestía gran importancia, pues se situaba entre los lugartenientes del jefe del clan, quedando muchas veces al mando del colectivo en ausencia de aquél.
El seanachaidh reunía en su persona funciones de geneálogo, historiador, o documentalista de acontecimientos y acuerdos del clan. En definitiva, era una especie de biblioteca ambulante. Y era asimismo el custodio de los relatos tradicionales de su cultura, que recordaba con extraordinaria precisión, de la forma más pura, como algo precioso que debía transmitirse intacto al siguiente portador de la tradición oral.
Seoras cuenta que empezó su entrenamiento a la edad de tres años, cuando su abuelo se lo sentó en las rodillas y le contó su primer relato, que luego tuvo que recontárselo a su abuelo tal como éste se lo había relatado. Si no lo contaba bien, el abuelo le obligaba a empezar de nuevo.
Seoras, como aprendiz de seanachaidh, tuvo que aprenderse de memoria más de 300 historias durante sus primeros siete años de entrenamiento, de modo que, para cuando se le permitió contar en público su primer relato, a los 10 años, ya era capaz de enlazar hasta 300 historias. Sin embargo, según Seoras, el aprendizaje del seanachaidh en tiempos druídicos se prolongaba durante más de veinte años.
Para La Colección de Historias de la Tierra es un verdadero honor contar con George Macpherson en nuestro equipo de asesores culturales.
Fuentes
- Macpherson, G. W. (2001). Highland Myths and Legends. Edinburgh: Luath Press.
Texto asociado de la Carta de la Tierra
Principio 16b: Implementar estrategias amplias y comprensivas para prevenir los conflictos violentos y utilizar la colaboración en la resolución de problemas para gestionar y resolver conflictos ambientales y otras disputas.
Otros fragmentos de la Carta que puede ilustrar
Principio 16a: Alentar y apoyar la comprensión mutua, la solidaridad y la cooperación entre todos los pueblos tanto dentro como entre las naciones.
El Camino Hacia Adelante: La vida a menudo conduce a tensiones entre valores importantes. Ello puede implicar decisiones difíciles; sin embargo, se debe buscar la manera de armonizar la diversidad con la unidad; el ejercicio de la libertad con el bien común; los objetivos de corto plazo con las metas a largo plazo.