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La fresa

Budismo zen

 

Una joven fotógrafa con ganas de vivir aventuras se había sumergido en las selvas de Sumatra con la intención de obtener una bonita instantánea de uno de sus famosos tigres en peligro de extinción. Pero, por desgracia, un tigre hambriento la descubrió a ella antes de que ella lo descubriera a él y, notando que se le erizaba la piel en la nuca, se volvió para descubrir al temible animal agazapado y listo para saltar sobre ella.

         Emprendió una loca huida a través de la jungla, perseguida de cerca por el fabuloso animal, hasta que se encontró de pronto con un precipicio cubierto por las copas de los altos árboles, de los cuales colgaban lianas en el abismo. Sabiendo que no le quedaba tiempo ni siquiera para mirar atrás, la joven saltó al vacío y, en la caída, se agarró fuertemente a una liana. Miró hacia arriba y vio al frustrado tigre observándola desde el borde del acantilado, y cuando miró hacia abajo descubrió que en el fondo del precipicio había otro tigre esperando su caída.

         Y cuando estaba razonando que su situación era ciertamente desesperada, escuchó de pronto un casi inaudible cric-cric-cric por encima de ella. Levantó la cabeza y se encontró, a algo más de un metro de sus ojos, con dos ratoncitos, uno blanco y otro negro, que estaban royendo poco a poco la liana.

         Entonces, mientras pensaba qué podría hacer, se percató de que, de la pared del precipicio, a la distancia de su brazo, surgía una pequeña mata de fresas, con una fresa gorda y jugosa que parecía decirle «¡Cómeme!»

         La joven sonrió y, con mucho cuidado, soltó una de sus manos de la liana y agarró la fresa. Y, lentamente, se la llevó a la boca.

         ¡Nunca en su vida había probado una fresa como aquélla!

 

Adaptación de Grian A. Cutanda (2019).

Bajo licencia Creative Commons CC BY-NC-SA.

 

Comentarios

Vivimos actualmente un tiempo de incertidumbre ante una crisis climática y ecológica sin precedentes, que puede llevar a la propia extinción de la humanidad a medio plazo. Sin duda, para toda persona consciente, ésta es una situación que provoca profundas reacciones emocionales de angustia, ansiedad y desesperanza.

          Sin embargo, ante la gravedad y la urgencia de la crisis, ni siquiera disponemos de tiempo ni de energías para ser pesimistas ni para regodearnos en nuestra desdicha. Sólo tenemos tiempo para luchar por la supervivencia de la Comunidad de Vida terrestre, por dejar un mundo habitable a las generaciones futuras.

          Como decía el escritor, ensayista y economista español José Luís Sampedro, “Las batallas hay que darlas, independientemente de los resultados”. Y, mientras tanto, disfrutemos con todos nuestros sentidos de lo que la vida nos ofrezca.

 

Fuentes

          Infinidad de fuentes

 

Texto asociado de la Carta de la Tierra

          El camino hacia adelante: …y por la alegre celebración de la vida.